sábado, 21 de diciembre de 2013
La nuez y el campanario - Leonardo Da Vinci
Habiendo sido la nuez llevada por la corneja a lo alto del campanario, al caer por una fisura, se liberó de su mortal pico. Y estando allí, pidió al muro que, por aquel don que Dios le había dado de ser tan eminente y grande, y poseedor de tan bellas campanas y de tan honorable sonido, la socorriese; y ya que no había podido caer bajo las verdes ramas de su viejo padre, y estarse en la rica tierra, cubierta por las hojas caídas, que él no la abandonase: puesto que, habiendo ido a parar al feroz pico de la corneja, y pudiendo salvarse al caer, quería terminar su vida en un pequeño hueco.
Al escuchar tales palabras, el muro, compadecido, aceptó de buena gana acogerla en el sitio donde había caído. Y al poco tiempo la nuez comenzó a abrirse, echar raíces por la fisura de la piedra, y las raíces comenzaron a extenderse y a echar ramas fuera del hueco; y las ramas pronto se levantaron sobre el edificio y se engrosaron las retorcidas raíces, y comenzaron a agrietarse los muros y a desplazarse las viejas piedras de sus antiguos sitios.
Entonces el muro, tarde y en vano, lloró por el motivo de su desgracia y, en poco tiempo totalmente agrietado, se derrumbó por completo.
Leonardo da Vinci
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